Lectura de estudio: Éxodo 4:1.
1 Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.
¿Cómo se consideró Moisés ante el desafío que Dios le hacía?
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Moisés insistía en sus capacidades, cuando un hombre mira lo que es, y no se detiene en mirar lo que puede hacer con su esfuerzo y la ayuda de Dios, entonces se siente incompetente. Moisés se había derrotado antes de tiempo, se había vencido antes de luchar. ¿Cómo podía decir, no me creerán, y no oirán mi voz, sin haber ido a ver a sus hermanos? Las grandes batallas no se ganan en el campo de guerra, sino en el campo de la mente, el peor enemigo de Moisés, no eran los israelitas, ni el faraón, ni los egipcios, sino el mismo, su mente retorcida y endeble no lo dejaba cumplir su misión. Moisés no estaba convencido que él era el elegido (por Dios) para redimir a Israel. Nadie puede convencer a otro, si el no se convence primero.
Lea Éxodo 4:2-9, y escriba que señales le dio Dios para que le creyeran.
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Moisés traía en su mano la vara del pastor, a partir de ahora esta simple vara, se convertiría en la “vara de Dios”, la vara que en la mano de un hombre que se sentía incapaz, haría señales y prodigios. Dios dijo a Moisés: ¿Qué tienes en tu mano? El respondió una vara, entonces Dios le dice: A tu vara, le darás un uso diferente, ahora con ella – porque Yo lo digo – vas a hacer maravillas en la presencia de faraón. Cualquier cosa que el hombre ponga en la mano de Dios hace cosas extraordinarias. La segunda señal fue que Moisés debía meter su mano en su seno, y esta al sacarla se volvió leprosa, entonces debía volverla a meter y esta saldría limpia. Pero si no te creyeren por estas dos señales, ni oyeren tu voz (le dijo Dios) tomarás agua del río y la derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas del río y se harán sangre en la tierra
PIENSE EN ESTO. Moisés no estaba convencido de la misión, no estaba convencido de ser la persona correcta para salvar a Israel. Dios le dio tres señales para asegurarle lo que él podía hacer si obedecía su palabra.
