Lectura para profundizar. Éxodo 12:13.
13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
¿Por qué la décima plaga tenía que ver con los dioses egipcios?
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El Eterno Dios no envió un ángel a ejecutar los juicios contra los primogénitos, él mismo haría “una obra extraña” e incomprensible, tal vez, para el entendimiento humano, pero el Eterno heriría personalmente a los primogénitos de Egipto (12:12), no había casa en el país donde no hubiese duelo. Desde el primogénito del poderoso faraón, hasta los primogénitos de los hombres y las bestias morirían. Faraón había arrojado al Nilo a los niños hebreos, había ahogado en el río a muchos bebes, ahora estaba ante el juicio Divino, El Eterno le devuelve a faraón, medida por medida. “Mia es la venganza, Yo pagaré dice el Señor”. Romanos 12:19. Pero en realidad, los juicios de Dios estaban más allá de los primogénitos, era un pleito contra todos los dioses de los egipcios, los estaba exponiendo como lo que eran, ídolos de barro y de metal que no podían proteger a faraón y a sus siervos (12.12)
¿Qué garantizaba la sangre en las casas?
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El cordero, ídolo que adoraban los egipcios sería sacrificado, y el resto del animal que sobrara debía ser quemado en la mañana, pero su sangre debía ser untada en los dos postes y en el dintel de la puerta de la casa en donde se iba a comer el cordero (12:7) la sangre serviría como una señal de protección, veré la sangre – dijo Dios a Moisés – y pasaré de vosotros, no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto, “veré la sangre, y pasaré de largo. Dios no requiere una señal para saber dónde estaban los israelitas, Dios es Omnisapiente, pero la sangre era una señal de obediencia a las indicaciones Divinas, era una señal de devoción, todas las familias de Israel estaban reunidas en casa comiendo la pascua tal como lo ordenó el Señor, todo lo anterior les trajo la protección Divina.
PIENSE EN ESTO. La sangre untada a la entrada de las casas era una señal de obediencia, el cordero inmolado, asado al fuego, y quemada la carne sobrante, era símbolo de la victoria del Dios de Israel sobre los dioses egipcios. Para el cristiano, Jesús es el Cordero de Dios, y su sangre derramada expía los pecados del mundo.
